«Rhetorica Semitica» (Rs. Sp)

Colección dirigida por Roland Meynet sj

Muchos imaginan que la retórica clásica, heredada de los griegos a través de los romanos, es universal. Efectivamente, ésta parece prevalecer en la cultura moderna que el Occidente ha difundido por todo el planeta. Ya ha llegado la hora de dejar de lado este etnocentrismo: la retórica clásica no es la única en el mundo.

La Biblia hebraica, cuyos textos fueron escritos sobre todo en hebreo y también en arameo, responde a una retórica muy diferente de la retórica greco-romana. Hay que reconocer entonces que existe otra retórica, la «retórica hebraica».

En cuanto a los demás textos bíblicos, los del Antiguo Testamento y del Nuevo, que fueron traducidos al griego o redactados directamente en esa lengua, responden ampliamente a las mismas leyes. Se puede hablar con pleno derecho no sólo de retórica hebraica sino también, y más ampliamente, de “retórica bíblica”.

Además, estas mismas leyes fueron identificadas luego en textos acadios, ugaríticos y otros, anteriores a la Biblia hebraica, y en los textos árabes de la Tradición musulmana y del Corán, posteriores a la literatura bíblica. Así pues, hay que admitir que esta retórica no es sólo bíblica, y hay que decir que todos estos textos que pertenecen, por distintas razones, a la misma área cultural se rigen por una misma retórica que se llamará “retórica semítica”.

Contrariamente a la impresión que el lector occidental tiene inevitablemente, los textos de la tradición semítica son de muy buena composición; por supuesto, a condición de ser analizados en función de las leyes de la retórica a las que pertenecen. Es sabido que la forma del texto, su disposición, constituye la puerta principal que da acceso al sentido. No es que la composición facilite, directa y automáticamente, la significación; pero cuando el análisis formal permite hacer una división razonada del texto, definir su contexto de manera más objetiva, poner de manifiesto la organización de la obra a diversos niveles de su arquitectura, se encuentran así reunidas las condiciones que permiten abordar, sobre bases menos subjetivas y fragmentarias, el trabajo de interpretación.